Fue un artista autodidacta que enriqueció la plástica pampeana con sus paisajes y sus retratos en los 50 y 60. Maestro normal, se dedicó a la docencia de la pintura. Sus obras muestran un personal estilo.
Estamos cercanos a la fecha del nuevo aniversario de la desaparición de un artista pampeano que promovió la actividad cultural a mediados del siglo pasado: Manuel Varela, fallecido el 6 de diciembre de 1971. El legado artístico dejado evita el olvido de quien se abocó al camino del ascenso espiritual.
Fue uno de los pintores que, en los comienzos de la actividad plástica de nuestra provincia, junto con otros pocos artistas, registró la topografía y fisonomía del paisaje que lo rodeaba. Supo imprimir con un mínimo de rasgos, precisos y seguros, el fenotipo del hombre pampeano. Sus obras muestran inquietud y búsqueda de lo propio y sustancial.
Telúricos.
Nacido en Eduardo Castex en 1922, hijo de Manuel Varela y Ana Maria Gui -servidores de Salud Pública-, Manuel Jorge Pedro Varela fue principalmente retratista. Buscó "más allá del contorno físico de un rostro, la personalidad definida en la clave de los ojos o en la expresión de la boca", indicaba el mismo artista a "El Territorio" de Chaco el 25 de enero de 1970. Declaración que denota capacidad de observación y de percepción al captar rasgos etnográficos y personalidades donde se involucran costumbres, situaciones anímicas. Caracteres que dan cuenta de valores locales y al mismo tiempo, universales.
Dejó, en sus numerosos retratos y paisajes, la impronta de las singularidades de la tierra. Y, pese a su afirmación de "no intentar hacer pintura telúrica", algunos de sus modelos son típicos del sur: araucanos, niños, "gringos", arrieros. En sus obras hechas en tinta y acuarela: Nostalgia pampeana, Pampeanito, Parroquia de Toay, Camino a Toay, entre muchos otros, se descubre al lugareño y su entorno, al que también pertenecía el autor. Su condición de artista le permitía, en esa cotidianidad en la que se sumerge el ser humano, la posibilidad de captar lo conceptual, por eso expresó: "creo que a mi tierra aún hay que decirla, y eso es lo que intento hacer, desde mi modesta condición de pintor. Decirla con su rostro verdadero, que es el de cada uno de sus hombres y la suma de todos", indica El Territorio en la misma nota citada.
Técnicas y colores.
Su paleta variada: tinta, carbón, acuarela, óleo, témpera, nogalina o técnicas mixtas, dieron por resultado obras que, pese a ser autodidacta, muestran personal estilo. "Sabía amalgamar las técnicas tradicionales del trazo con un moderno sentido del color", indicó La Reforma el 7 de diciembre de 1971. En ellas no se encuentran influencias de corrientes estéticas surgidas de artistas que poseían afán innovador. Admirador de Ortiz Echagüe, Degás, Cézanne, así como del "virtuosismo de los arabescos de Alejandro Sirio, o de las perspectivas evanescentes de Mariette Lydis" (comentó Armando Forteza a los veinte años de su muerte). Supo dar a sus obras eclécticas un viso de regionalidad que ayudó a afianzar la corriente plástica, de las décadas del 50 y 60, en tierra pampeana.
Actividad docente.
Cuando tenía 24 años de edad, en 1946, partió como muchos maestros pampeanos a las provincias del norte argentino. Manuel Varela con su título de maestro normal nacional de la escuela "Teniente General Julio Argentino Roca", llegó a "Pampa Verde" (Chaco). Allí en un paraje del impenetrable pasó dos años. Luego fue trasladado a "Margarita Belén", cercano a Resistencia, donde realizó la labor de todo maestro rural: educar, aconsejar, fue médico y partero, y orientó a sus alumnos y sus familias constituidas por mestizos, tobas, paisanos. Años más tarde, en 1970, fue nuevamente a estas tierras con una exposición de veinte de sus cuadros. Resistencia, lo recibió con el reconocimiento que supo ganarse en los años de su estadía anterior. Su dedicación y entrega dieron sus frutos y la importancia de esta exposición se reflejó en la presencia del gobernador de la provincia, Miguel Angel Basail y numeroso público.
En Santa Rosa ejerció en el Colegio Domingo Savio, en el Taller Escuela San Jorge, en el Bachillerato Nocturno, en la Cárcel de Encausados, y en la Escuela Hogar. Su principal vocación fue la de enseñar y superarse. Actitud que trató de transmitir a cuantos le rodeaban, especialmente a aquellos recluidos en la Unidad Penitenciaria 13 de Santa Rosa. Al ser designado como docente de esa Institución habilitó, al mismo tiempo que enseñó los fundamentos básicos del conocimiento, un taller de plástica y artesanías. La consecuencia fue el desarrollo de capacidades artísticas en algunos reclusos al promover el incentivo de muestras públicas, como la realizada en mayo de 1969 titulada "Exposición Pictórica de Laborterapia".
Solidaridad.
Su solidaridad y actitud de ayuda al prójimo las recordó Angel Cirilo Aimetta. El 13 de noviembre de 1996, en una exposición del Centro Municipal de Cultura, Aimetta afirmó "haber presenciado" la llegada, al domicilio del "maestro", de presos recién liberados que, "temblorosos, pedían ayuda". "Esta no era negada, y no sólo ofrecía dinero de su bolsillo, también orientaba, aconsejaba", rememoró. La consecuencia fue su iniciativa, junto a otras personas y el propio Aimetta, de poner en marcha la fundación del Primer Instituto Provincial del Liberado. Otros testimonios de su personalidad proclive a brindarse dentro de sus posibilidades, para la solución de necesidades comunitarias, fue la exposición que en el año 1969 realizó en los salones de la firma García, Gómez, Rouco y Cía, para que, con lo recaudado por la venta de sus cuadros, la Comisión Municipal de Cultura adquiriera un necesitado elemento audiovisual.
La Escuela Hogar contó con su participación como maestro y también como artista. Pasillos y patios se vieron embellecidos con su creatividad. Su vocación de enseñar, quedó manifiesta cuando habló de la importancia de la educación en el "hombre del mañana"; la que debe ser "integral", no sólo "informativa". Es así como su vocación de dibujante y pintor lo llevó a lograr que sus niños incursionaran en la plástica, "como medio para lograr catarsis y realización, evitando otros recursos coercitivos que tronchan personalidades", indicó a La Reforma en 1968.
Esta concepción la mantuvo a lo largo de su vida y la hizo explícita en diferentes oportunidades como cuando en 1967, en Colonia Baron, durante conferencia dada en Escuela 13 con motivo de las Bodas de Oro, expresara: "El maestro puede introducir en el alma de los niños la inspiración hacia lo artístico y en general hacia lo espiritual" (La Reforma, 5 de octubre de 1967). También en 1968, en Eduardo Castex, en su disertación ante el alumnado del Colegio Nacional, con motivo de la exposición de sus cuadros, consideró "la necesidad de una cultura estética" para "forjar en los niños la personalidad del mañana y ser el ciudadano viril de la Patria" (La Reforma, 12 de junio de 1968).
Pasiones.
De su familia, constituida por su esposa Adela Gallay (chaqueña) y cuatro hijos, recibió el apoyo para ejercer su profesión docente y la posibilidad de desarrollar su pasión: el dibujo y la pintura. Por ello, ya dedicado de lleno a esa otra actividad docente, visitó los sábados pueblos vecinos (Miguel Riglos, Macachín, Colonia Baron, Bernasconi, entre otros) con su proyector y diapositivas, ofreciendo a maestros y alumnos clases magistrales sobre pintura y dibujo, además de abocetar y pintar paisajes del entorno.
La interacción personal con plásticos pampeanos, que frecuentaban su taller (Andrés Arcuri, Castellini), lo ayudó a crecer en lo suyo. Sus preferencias personales se inclinaron, desde sus comienzos, por una variable complicada: el retrato. Su intención fue "hacer buenos retratos. Para eso hay que dar calidad, parecido, y expresar la personalidad del modelo; siendo muy difícil coordinar las tres cosas. En general las personas se conforman con lo que tiene menos importancia: el parecido físico", declaraba a La Capital en febrero de 1962. Para entonces, ya había recibido el reconocimiento de artistas como Domingo Mazzone, Carlos R. Márquez y Osorio Luque, que elogiaron el retrato al pastel de su hija.
Logros obtenidos.
Su actividad artística había comenzado a ser conocida desde el año 1952, con el Tercer Premio de Pintura otorgado en el Salón Municipal de Santa Rosa. Siguió el Premio Estímulo de Dibujo en el Salón "Gente de Arte" de Santa Rosa en 1957; y el Tercer Premio de Dibujo en el Primer Salón Pampeano Patagónico Victorio Pesce, con su obra Autorretrato en 1958. En el año 1960, luego de participar en exposiciones en Santa Rosa, Trenel y Bahía Blanca, recibió "mención especial" con "Desde la laguna" (óleo) en Sección Pintura y Primer Premio adquisición en Dibujo y Grabado con "Concierto campero", Salón de Artes Plásticas, "Sesquicentenario de la Revolución de Mayo".
Ese año había participado en la Primera Muestra Colectiva de Plásticos Pampeanos, en el Salón de la Casa de la Provincia de Buenos Aires. El arte pictórico comenzó a ser conocido por su temática y la calidad de sus artistas. El diario La Reforma en marzo de 1960, refiriéndose a "las opiniones de los entendidos", Quinquela Martín, Cozzolino, Balduzzi, Jones y Lamela, recalcaba que "coincidían en considerar a la provincia como la que más promisorias perspectivas ofrecía en el terreno de la plástica".
En 1961, en Bahía Blanca, "Primeros sueños" (tinta), seleccionada de otras 137 obras que habían sido remitidas, obtiene Premio Estímulo. En 1962, "Naturaleza muerta" recibe Mención de Honor en Bahía Blanca y Primer Premio Adquisición en la VII Fiesta Provincial del Trigo. El año 1966 lo encuentra en el Salón de Arte Contemporáneo, Rosario. En 1969 le otorgan el Primer Premio en Salón Fiesta de la Lana, General Acha.
Más concursos.
La década del 60 trajo un movimiento artístico superior a épocas precedentes. Certámenes, exposiciones y el Primer Concurso de Pintura Mural realizado en 1967. La Arena recoge la noticia por el entusiasmo provocado entre artistas participantes y público observador que, desplazándose de un pintor a otro, "tejen comentarios tratando de desentrañar cada uno de los trazos". En este concurso Manuel Varela obtuvo Primera Mención con "Unión Racial".
Fue distinguido para presentarse en Rosario, Arrecifes, la Falda, Cosquín, Catamarca. En 1968 la Galería "Rubinstein", Mar del Plata, recibe veinte dibujos suyos; aceptados con éxito, "fueron adquiridas en su totalidad". El diario La Capital el 16 de marzo de 1968, comenta la llegada, a esa ciudad costera, del dibujante-pintor procedente de "la capital de La Pampa, casi el ombligo del país. Su carpeta nos habla de una actividad constante en el intento de plasmar gestos, rostros, espíritus que se cruzan con él en la calle".
"En esta actividad de paisajista -declaraba Manuel Varela- importa la interpretación, no el tema" (se descubre así su tendencia expresionista). Reconoce siempre estar "trabajando en busca de la verdadera obra" que, reconoce humildemente, "son pocas, lo que me obliga a la superación". A pesar de ello, Aimetta, comenta: "su fuerte es el dibujo, pero sus premios los obtiene con sus paisajes".
Su incansable actividad lo llevó a presentar en enero de 1971 exposición en Bariloche. Auspiciada por las Direcciones Municipales de Cultura de ambas provincias.
Años finales.
La noticia de su muerte el 6 de diciembre de 1971 llevó consternación a la comunidad local por la desaparición física de tan joven artista. Tenía 49 años y dos décadas dedicadas a una creatividad "siempre en ascenso, interrumpida dolorosamente", dirá La Reforma al día siguiente.
En los años 1976, 1977, 1991 y 1999, hubo exposiciones de su obra. Cuando en 1996 Aimetta lo recordó en el Centro Municipal de Cultura, utilizó calificativos como "entusiasta, activísimo, auténtico, espontáneo, participativo artista", lo que da un parámetro de su personalidad que, como hombre, "creía definitivamente en lo que hacía y decía y como docente tuvo predicamento. Incisivo, buscado por sus alumnos que lo seguían, consultaban y peleaban con él".
María Rosa Varela de Calamari, en 1991, escribió una poesía en su homenaje con el título "Papi", expresión que resume toda la ternura que supo inspirar con "sus sabias palabras de consejo y de amor", según su hija.
Ruth Elena Cortina
LICENCIADA en Historia. UNLPam